Comer es igual que otras funciones corporales como dormir, orinar, caminar o estornudar. Nuestro cuerpo nos envía señales, a las que debemos responder. Todos tenemos un mecanismo de regulación que ayuda a identificar cuando tenemos hambre y cuando estamos satisfechos. Sin embargo, esto se puede alterar cuando se obvian estas señales.
La alimentación consciente, es un concepto que se centra en el cómo se come en lugar de qué o cuánto; es decir, se trata de volver a centrarse en la experiencia de cada comida; disfrutar el sabor, textura, sonido y olor, de cada platillo y alimento.
Esto va de la mano con la alimentación intuitiva, la cuál se centra en conocer al cuerpo y escuchar las señales de hambre y saciedad.
Cuando se tiene hambre, muchas veces no es un hambre real, existen distintos tipos de hambre: hambre visual, olfativa, bucal, táctil, auditiva, estomacal, celular, mental, y de corazón es importante conocerlos e identificarlos.
Al estar atentos a los tipos de hambre podemos identificar mejor qué necesitamos en cada momento, a partir de las circunstancias que emergen. La sabiduría interna nos ayuda a distinguir entre las sensaciones reales de hambre y no confundirlas con señales de ansiedad o aburrimiento.
El hambre visual surge de mirar o ver cosas que alimentan nuestra vida, sin estar relacionado a la cantidad de alimentos que necesitamos; esta se puede satisfacer utilizando platos, tazas y cubiertos de servicio más pequeños; llenando el plato, pero al menos la mitad con verduras y ensaladas, mezclar colores y formas satisface el hambre visual; así como mirar paisajes, fotos, un amanecer o atardecer.
El hambre olfativa surge por experimentar fragancias o sentir aromas que alimentan nuestro olfato; esta se puede satisfacer al darse un tiempo para alimentarnos de los aromas de los alimentos consumidos, para distinguir los sabores. Cuando se reconoce este tipo de hambre se pueden oler flores, inciensos, esencias.
El hambre bucal es la que llega con el deseo de la boca de sensaciones placenteras que varía en cada persona, a veces cuando se come se pierde la atención de lo que se está comiendo y aunque el estómago está satisfecho, el hambre bucal pide más de ese sabor. Se puede satisfacer invitando a la mente en el momento de comer, estando más conscientes. Es importante masticar varias veces los alimentos antes de tragarlos para poder sentir su sabor.
El hambre táctil, es la que surge de tomar un alimento o experimentarlo en las manos, se reconoce al sentir la necesidad de colocar los dedos o manos en los alimentos; se puede satisfacer tomando y tocando los alimentos y distinguiendo texturas.
El hambre auditiva es la que se da al sentir el sonido de un alimento, se puede satisfacer estando atentos a los sonidos de los alimentos en el momento de comer.
La clave para saber distinguir el hambre de la ansiedad es comenzar a escuchar el cuerpo y las señales que nos envía sobre qué y cuánto vamos a comer.
El hambre estomacal es el quejido de nuestro estómago, que nos avisa que es tiempo de alimentarnos, sin embargo, no responde necesariamente a que necesitemos alimentos. Para alimentar este tipo de hambre es fundamental identificar los otros tipos de hambre: evaluar la cantidad de hambre y alimento que tiene el estómago, para satisfacerla se debe alimentar al estómago con la cantidad suficiente de comida, permitir que realice su trabajo y luego dejar que descanse.
El hambre celular es la sabiduría del cuerpo para indicar que alimentos, minerales y otros elementos necesita. Esta sabiduría se tenía cuando se era niños, pero con el tiempo se pierde muchas veces por condicionamientos de qué, cómo o cuánto comer. Se satisface consumiendo los elementos esenciales que requiere el hambre celular como agua, sal, proteínas, grasas, carbohidratos, hierro, zinc, entre otros. Para reconocer con claridad este tipo de hambre es fundamental la práctica del comer con atención plena.
El hambre mental, es aquella que se basa en los pensamientos. Para satisfacerla se debe estar presente, e intentar calmar el ruido de la mente; este tipo de hambre queda realmente satisfecha cuando se calma la mente.
El hambre del corazón es aquella que se tiende a calmar con alimentos al sentir un vacío o emoción displacentera. Se come en un intento de llenar un vacío en el corazón por sensaciones displacenteras, ya que el alimento evoca un recuerdo positivo, sin embargo, dicha comida no calmará esa emoción. El hambre del corazón se satisface con intimidad y presencia, al volcar la mente hacia el interior y el presente.
El deseo mental y el vacío en el corazón no se puede llenar con comida. Necesita llenarse con lo que se necesita afectivamente, puede ser atención, cariño, compasión o amor. Tratar de llenarlo con alimentos no hará sino alimentar el círculo vicioso de las emociones y de las conductas negativas.
Como puede ver, existen diferentes tipos de hambre y distintas maneras de abordarlos, siendo esto en muchas ocasiones lo que puede generar ansiedad. Si aún no está seguro cuál es el suyo, o como distinguirlo y le gustaría tratarlo no olvide que en el Centro de Nutrición Larisa Páez con gusto se le puede ayudar a entender y brindarle herramientas para canalizar el hambre adecuadamente y darle lo necesario que su cuerpo requiere.
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