Mucho escuchamos acerca de la práctica de meditar, sin embargo, ¿sabemos de qué se trata?

 

La meditación es una práctica integral que realizamos siendo conscientes del momento. Consiste básicamente en poder entrenar nuestra mente para lograr canalizar de una mejor manera lo que pensamos y sentimos, y así entrar en armonía con nosotros mismos y con los demás.

 

Es una práctica que nos ayuda a estar más presentes y a disminuir las distracciones. Cuando meditamos, la parte del cerebro encargada de nuestra felicidad recibe más sangre y se hace más fuerte, con el fin de que nuestra mente y cuerpo puedan pasar más tiempo en ese estado. También eleva nuestros niveles de paciencia, aceptación y compasión.

 

A partir de los años noventa el uso de la meditación y el yoga tuvieron un crecimiento exponencial en los Estados Unidos en programas basados en “mindfulness”, “siendo éste un estado de conciencia que se alcanza mediante el hábito de la meditación”.

 

Pero, ¿cómo influye la meditación en nuestra alimentación?

 

La alimentación es un proceso fisiológico, que en un principio realizamos como forma de supervivencia; sin embargo, la misma se ve afectada por distintos aspectos como el factor emocional.

 

Practicando la meditación, tratamos de crear una relación sana con la comida, no solamente ayudando a cambiar patrones de consumo desequilibrados, sino también nos ayuda a conocer mejor las señales que nos da nuestro cuerpo, y a mantener los nuevos hábitos a largo plazo.

 

Parte de lo que aprendemos con esta práctica es a desarrollar la capacidad de tener mayor control sobre nuestros pensamientos, sensaciones, emociones e impulsos cuando pasamos por eventos estresantes. La meditación nos ayuda  a enfrentarnos ante ellos con técnicas que disminuyen el estrés, la ansiedad y la depresión, afectando en menor medida nuestros patrones saludables de alimentación.

 

Por lo tanto, por medio de la meditación podemos aprender a diferenciar entre las ganas de comer por necesidad fisiológica o si estamos comiendo por alguna emoción, positiva o negativa, que sentimos en el momento. Este concepto es comúnmente conocido como hambre emocional.

 

Adicionalmente debemos tener en cuenta que el tipo de alimentación que llevamos y cuáles alimentos consumimos con más frecuencia, puede llegar a afectar el nivel de quietud y capacidad de calmar nuestros pensamientos a la hora de meditar.

 

Entonces, ¿podemos decir que los alimentos que consumimos pueden afectar mi equilibrio y control mental a la hora de meditar?

 

Así es, la alimentación y la meditación tienen una relación bidireccional. Somos seres integrales y todo en nosotros está conectado, una buena alimentación contribuye con el enfoque, la concentración y la paciencia que se necesita en la meditación.

 

Tener una dieta lo más natural posible, simplificar nuestra alimentación, consumiendo frutas, vegetales, semillas, disminuyendo el consumo de alimentos procesados, carnes rojas, frituras y en general grasas saturadas, es la recomendación.

 

Además, podemos incluir como parte de nuestra rutina de alimentación lo siguiente:

 

  • Masticar bien y despacio
  • Invertir el tiempo necesario para alimentarnos
  • Comer sin distracciones
  • Incluir variedad de fuentes para obtener una mejor combinación de nutrientes
  • Mantenernos hidratados

 

¿Cómo iniciar si nunca he meditado?

 

  1. En primer lugar es importante ponernos una meta, por ejemplo llegar a lograr 10 minutos de meditación al día, pero podemos iniciar con 1 minuto, ¿Qué es 1 minuto al día?
  2. Encontrar un espacio apto para realizarlo, que sea cómodo y se sienta a gusto.
  3. Elegir el momento del día adecuado. Puede hacerlo antes de empezar su día o antes de dormir.
  4. Puede utilizar aplicaciones o herramientas que lo guíen. Por ejemplo, Headspace, Calm, Insight Timer, Chopra, así como meditaciones guiadas en YouTube
  5. Enfocar su mente en una palabra, en una frase, en una pregunta o incluso en algo externo como lo es la respiración.
  6. No enjuiciarnos. Al principio puede que no logremos poner nuestra mente en blanco por mucho tiempo, pero la clave es seguirlo intentando, ser constantes, para poder notar resultados.

 

¡Te invitamos a intentarlo! Son muchos los beneficios que podemos tener.

 

Para más información sobre este y otros temas puede visitar nuestro sitio web www.centrodenutricion.co.cr

 

 

Bibliografía

 

Barcia, M., Pico, L., Reyna, J. & Vélez, D. (2019). Las emociones y su impacto en la alimentación. Revista Caribeña de Ciencias Sociales. En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/07/emociones-alimentacion.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1907emociones-alimentacion

 

Morillo, H. & García, J. Alimentación Consciente. Psicomática y Psiquiatría, 1 (2), 3-6.

 

Peña, E. & Reidl, L. (2015). Las Emociones y la Conducta Alimentaria. Acta de Investigación Psicológica, 5 (3), 2182-2193.

 

Sánchez, G. (2011). Meditación, mindfulness y sus efectos biopsicosociales. Revisión de literatura. Revista electrónica de Psicología Iztacala, 14 (2), 223-254.

http://revistas.unam.mx/index.php/repi/article/viewFile/26036/24511